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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mis tiranos favoritos (4).

     BENITO MUSSOLINI

     De chavalote, en un internado de Faenza, hirió a un compañero con un cuchillo mientras cenaba. A raíz del incidente tuvo que salir de los salesianos, pero cagando melodías. Le mudaron de escuela, y en la nueva, en Forlimpopoli, volvió a herir a un compañero con un cuchillo. Ya entonces se le veían alardes de líder. Andaba por ahí con un boxer y una manopla de hierro, contaban, y escribiendo poesías que, por raro que parezca, nadie quería publicar. Fue por esa época cuando, firmemente decidido a seguir la tradición, que tanto respeto le merecía, hirió con un cuchillo a una amiga. En su defensa es justo decir que tocaba con cierta gracia el trombón; si bien no era, y a la vista está, lo que se dice un virtuoso.

   Tuvo diversos oficios: chocolatero, marxista, futurólogo por los caminos, vago en Suiza... Le costaba encontrarse a sí mismo, claro que también a menudos sitios iba a buscar. Luego durante un tiempo fue profesor en Tolmezzo. Allí sus alumnos le apodaban "el loco". Jugaba a los fantasmas en las ruinas del castillo del lugar y organizaba fiestas nocturnas en el cementerio donde dirigía ardorosos discursos a los cadáveres. Vamos, que ya se iba aproximando un poco. Aunque la revelación, el momento fetiche (que él mismo calificó como el más hermoso de su vida) aconteció en 1917. Fue una auténtica explosión, y cuando digo auténtica quiero decir auténtica: un lanzagranadas recalentado que detonó, llevándose a varios individuos por delante y dejándole a él con más de cuarenta esquirlas de metralla por todo el cuerpo y varios tornillos flojos en la cabeza. Fue un subidón de muerte. Hasta rehusó - según su versión - la anestesia en el hospital. Quería gozar del frenesí sin frenos.

     Tristemente el zambombazo le dejó secuelas de dominio público. Un ansia atípica, por ejemplo, de someter Etiopía. Como casi todos los fascistas de pro tenía también el síndrome del eterno retorno recurrente, que a veces se manifiesta con regresos alucinatorios a reinos jemeres, a imperios arios, a la época de los filipes de números varios... depende. En su caso quería volver a la Roma de los grandes pendones, a la era del laurel, el águila y las sandalias caligae. Seguir dando la lata con el latín. Organizaba desfiles con ese fin: venga, todos en hilera hacia los tiempos heroicos. Encima caminando como ocas, porque según la leyenda las ocas habían salvado el Capitolio de los galos. O sea, que un desmelene demoledor, de los de no te menees. Se le iba la olla hasta el punto de que ya ni se recordaba que tenía que mear, como le confesó una vez a su amante más mítica, Claretta Petacci: A veces retengo el pipí hasta dos o tres horas, no me acuerdo. Y llega un momento en que me encuentro mal, estoy incómodo, qué me pasa, qué es... Es sencillo, es que tengo pipí, entonces corro. Si tuviese a alguien que me lo recordara, no sufriría. Un caso grave de cojones, y de próstata. Aunque buena parte de la culpa también era suya, todo hay que decirlo. Si en lugar de il duche se hubiese hecho llamar il inodoro lo hubiera tenido más presente y seguro que habría estado mucho mejor.


    

"Ruleta rusa", un poema de Jon Juaristi.

Una tarde inverniza se encorvaba
sobre las falsas ruinas
de aquel rincón del parque del colegio,
detrás del cobertizo de Artes Plásticas.

El hijo del altísimo
jerarca falangista Mendazona
puso el coñac y el arma.

La época agonizaba, con su estilo
demasiado rotundo:
puestas de largo en el Marítimo,
hockey, regatas, tennis,
fiestas de fin de curso con madrinas,
campamentos del Opus,
chóferes de uniforme azul marino,
prestigiosa onomástica ( Cristina,
Verónica, Natalia,
Gonzaga, Álvaro, Diego ),
títulos pontificios
y partidos de cricket en el green.

Al oírse el disparo
corrimos todos a la desbandada,
corzos desparramados
sobre un tapiz de asunto cinegético.

No fue el azar tan cruel con Ibarreche.
Era el más débil de nosotros. No
habría remontado
los malos tiempos que se avecinaban.

(Jon Juaristi: "Mediodía" (antología del autor), La Veleta, ed. Comares, 1994, pp. 63-64).

martes, 27 de noviembre de 2012

Salinger versus Charlot.

  "En julio de 1941 Salinger se encontró en medio de una colección de jóvenes ricas y bellas que constituían el tema constante de las columnas de cotilleo en los periódicos (...). Entre ellas se encontraba el inseparable trío compuesto por Carol Marcus - que salía con el autor William Saroyan -, Gloria Vanderbilt (...) y Oona O'Neill, hija del autor teatral Eugene O'Neill. (...)

  O'Neill era exactamente el tipo de chica que desde hacía mucho tiempo Salinger afirmaba despreciar. Quizá, de manera paradójica, fuera por eso por lo que se enamoró tan profundamente de ella. (...)

  Truman Capote narra las reacciones de los amigos de Oona [1942] ante las cartas de Salinger en su novela inacabada Unanswered Prayers. Según el testimonio algo malicioso de Capote, Carol Marcus las consideraba una especie de intentos de cartas de amor, muy tiernos, más tiernos que Dios. Lo cual es un poco demasiado tierno. (...)

  El compromiso de Carol Marcus casi se echó a perder por las cartas de Salinger (...). Marcus estaba comprometida con William Saroyan, un autor a quien Salinger admiraba. Saroyan había sido llamado a filas recientemente y Carol estaba en la incómoda posición de tener que comunicarse por escrito con un autor famoso para mantener su relación con él. Como explicó Marcus, le dije a Oona que tenía miedo de que Bill descubriera lo idiota que era si le escribía y que decidiera no casarse conmigo; por eso, ella marcó los mejores pasajes de las cartas de Jerry [Salinger] y me dejó copiarlos como si fueran míos en mis cartas a Bill. Cuando volvió a reunirse con Saroyan, Marcus se enteró con sorpresa de que él no estaba seguro de querer casarse con ella. Su opinión sobre Carol había cambiado después de leer todas esas locuaces tonterías que ella le había enviado. Marcus se apresuró a admitir el engaño y, después de hacerse perdonar, se casó con Saroyan en febrero de 1943".

     [De hecho se casarían dos veces: otra en 1951. Carol Marcus inspiró el personaje de Holly Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes de Truman Capote].

  "(...) O'Neill mantenía una relación con Chaplin. (...) a pesar de que él era treinta y seis años mayor. (...) Su romance se convirtió en una sensación en los medios (...).

  La ruptura de Oona con Salinger y su unión con Chaplin constituyó la gran tragedia sentimental de la vida de Jerry. (...)

  (...) detestaba a Chaplin.

  (...) Charlie Chaplin se casó con Oona O'Neill el 16 de junio de 1943; ambos permanecieron juntos hasta la muerte de él en 1977 y tuvieron ocho hijos".

     [Salinger escribió una carta burlándose de la pareja en su noche de bodas y envió copias a sus amigos. Eugene O'Neill no volvió a dirigirle la palabra a su hija, y hasta la desheredó].

(Kenneth Slawenski: "J.D. Salinger", Galaxia Gutenberg, 2010, pp. 54-82. Traducción de Jesús de Cos).
 

lunes, 26 de noviembre de 2012

"Con tristeza y esperanza", un poema de José Hierro.

Demasiado amor fue aquél
- olvidamos que somos criaturas mortales,
seres de mar y viento, de nube y piedra y hoja.
Demasiado amor. Nos dimos vida
como quien va a morir un instante después.
Y estamos condenados a vivir,
muriendo poco a poco,
de una manera dolorosa y sin grandeza.
Te busco a veces con desesperación,
pongo mi oído en el papel que tú me escribes.
Una vez más parece que descanso
sobre tu pecho - acaso no comprendas
el niño que hay en mí. Pecho o papel
palpitan cuando los escucho,
hacen sonar la vida que te di,
la vida y muerte que me diste.
Con furia y amor lejano me golpea
este papel - pecho quise decir.
Trata de destruir el tiempo.
Sobre su ruina edifica el amor,
un amor hecho de esperanza,
no de alma y cuerpo unidos, como ayer.
Me dice que no puede morir nada que fue,
nada tan lleno de sentido, me dice.

  Demasiado amor aquél.
Poco para llenar toda una vida,
suficiente cuando pensamos
que este momento es un silencio,
un abismo entre dos orillas
lleno aún del aroma del amor,
de su recuerdo vivo, de la seguridad
- a qué vivir, si no - de que algún día la vida
desplegará otra vez - no sé si fugazmente, pero basta -
ante nosotros sus mágicos colores.

(José Hierro: "Libro de las alucinaciones", ed. Cátedra, 1998, pp. 157-158).

viernes, 23 de noviembre de 2012

"El amor en los tiempos de prosa", un poema de Jesús Orta Ruiz.

Junto a mi cabecera
una mujer marchita,
celosa de la muerte,
está velando día y noche,
atenta a mis orines y mis heces fecales,
sustituyendo con los ojos suyos
los míos obsoletos,
dándome el alimento como a un niño,
bañándome, vistiéndome, besándome,
acariciándome las manos.

En un ambiente así
- no luna, no balcón, no prímola -,
si Romeo y Julieta
no hubieran decidido suicidarse
y hubiesen arribado a la vejez
ella, caído el seno y desdentada,
poniéndole un enema a su galán montesco;
él, enferma la próstata
y consumido el falo,
¿se mantendrían la promesa de amor eterno?
No sé:
pero el amor en las postrimerías
es más prueba de amor que el suicidarse
una joven pareja enamorada,
pues los muertos no ven su pudrición.
Nosotros, sin embargo, pudriéndonos en vida,
palpando nuestras ruinas como los jaramagos,
continuamos amándonos,
cambiamos la pasión por la ternura
y reafirmamos que es posible
la eternidad en el amor.

(Jesús Orta Ruiz: "Eros en tres tiempos", ed. Trabe, 2000, pp. 63-64).

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mis tiranos favoritos (3).

     OBIANG NGEMA

     Se producen numerosas presiones internacionales para democratizar África. Obiang, que se ha educado en el franquismo, en la Academia Militar de Zaragoza, no ve nada claro el concepto, ya que además ha llegado a la conclusión de que el monopolismo es el sistema político más adecuado para Guinea Ecuatorial. Muchas dudas sesudas, pero su compadre Mobutu Sese Seko le explica el truco: Resiste. Tú dales la razón... pero ni caso. Eso es una moda de los blancos. Ya se les pasará. Puede que su hermano y amigo Felipe González le diese algún juicioso consejo al respecto también.

      El Viceministro de Asuntos Sociales y Derechos Humanos, Ricky el pistolero para los allegados, no sabe si eso significa que no podrá volver a ocupar militarmente los centros estudiantiles. Algo parecido le sucede al Ministro de Asuntos Exteriores, que en 1992 le pregunta a una delegación de Amnistía Internacional: ¿Qué tiene que ver la democracia con los derechos humanos? Para acallar ciertas críticas malintencionadas, Obiang decide legalizar la oposición, siempre y cuando no pueda gobernar en su lugar, sólo faltaba, y asimismo festejar cada año el Día Internacional de la Libertad de Prensa y el Derecho a la Información. La decisión es potencialmente sediciosa, pero aplaudida por las potencias. No obstante el Ministro de Defensa se ve obligado a imponer tres días antes de una de esas celebraciones tan exóticas allí, por lo que pudiese pasar el filtro, una estricta prohibición de dar noticias de carácter negativo contra las Fuerzas Armadas, de Seguridad del Estado y sus miembros.

     En España las reformas se interpretan con cierta euforia. Pese a que Nguema advierte que se trata sólo de un ensayo democrático, nada serio oigan, pues una reforma súbita podría producir traumas psicológicos y sociales en el pueblo, un canal de televisión le describe como el Suárez guineano. Los elogios, sin embargo, no son recíprocos. La prensa aborigen habla de un sabotaje del gobierno español al proceso, nada más y nada menos que enviando a sus tan socorridos comandos etarras. A veces, hay que decirlo, se daban confusiones de ese calibre en los medios de Obiang. Por ejemplo cuando Eric Moussambani, el célebre nadador chapoteante, casi se ahoga en las olimpiadas de Sidney. El diario Ébano, Órgano de Información Nacional, le presentó como ganador de la prueba, y a su llegada, naturalmente, fue recibido por toda la banda de banderólicos, trompeteros y honoradores. Como héroe de la patria que era.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un poema de Fernando Pessoa (Ricardo Reis).

Para ser grande, sé entero: nada
          tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
          en lo mínimo que hagas.
Así la luna entera en cada lago
          brilla, porque alta vive.

(Fernando Pessoa: "Antología poética", ed. Austral, 2012, pp. 146).

martes, 20 de noviembre de 2012

Wittgenstein, el amigo desconocido.

  "(...) pasó en la escuela por un tipo raro, tanto más cuanto que exigía que sus compañeros lo tratasen de usted. (...)

  (...) fabricaba dragones voladores y globos cautivos. (...)

  En una carta (...) Russell escribía estas palabras  [1911]: Creo que mi ingeniero alemán está loco. Opina que no es posible conocer ninguna cosa empírica. Le invité a que admitiese que no había ningún rinoceronte en la habitación, pero se negó. (...)

  El 14 de julio de 1914 envió Wittgenstein a Ludwig von Ficker (...) cien mil coronas para que las repartiese (...) entre artistas austríacos carentes de medios de fortuna. (...) le rogó que no dijese de quién procedía el dinero. (...) Wittgenstein se mostró inmediatamente de acuerdo en que los poetas Rilke y Trakl recibieran veinte mil coronas cada uno (...). (...) el poeta Trakl, el cual, al recibir la noticia del donativo, sufrió un colapso nervioso; por desgracia no tuvo ocasión de hacer uso de las veinte mil coronas que le fueron regaladas. (...)

  En febrero de 1915 el poeta Rilke agradeció a Von Ficker el donativo con un poema dedicado al amigo desconocido".

(Wilhelm Baum: "Ludwig Wittgenstein", Alianza Editorial, 1988, pp. 48-71).

lunes, 19 de noviembre de 2012

Un poema de Hasier Larretxea.

Todo es nuevo.

La luz de la mañana,
y tu caminar. El quiosquero, la panadera,
el sombrero, el perro con el que te cruzas
a las 10:45h en la Plaza Jacinto Benavente.

Todo tiende a cambiar.

La tienda de ultramarinos de toda la vida.
La acera, los cines, la programación musical,
el tiempo de espera, los poli tonos.

Todo se transforma.

Las luces de neón,
los espárragos, que supuestamente
provienen de Navarra,
el flequillo, la tendencia a recordar,
los dioses a quién rezar.

Madonna.

Para volver a la normalidad.

(Revista de poesía Hache, nº6-7, pp. 58-59. Febrero 2011).

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mis tiranos favoritos (2).

     SAPAMURAT NIYÁZOV

     Escribió un libro que, leyéndolo tres veces, ibas directo al cielo, sin purgatorio ni colas. Su aprendizaje era obligatorio en los colegios y universidades y también para sacarse el carnet de conducir. Cada año se examinaba a los funcionarios sobre su contenido, y el juramento hipocrático fue sustituido por un juramento de fidelidad al libro. Con semejante popularidad no resulta extraño que le concediesen el Premio Nacional de Literatura, o que un cohete pusiese un ejemplar de la obrita en órbita en 2005, por si algún marciano quería echarle un vistazo y, quizá, largarse a colonizar un planeta distinto. Mejor iluminado.

     Planeó construir un Palacio de Hielo en el desierto de Karakum, donde las temperaturas alcanzan los cincuenta grados. Como había acabado con la Academia Nacional de Ciencia es de suponer que nadie le informó de las dificultades de mantenimiento; de que al final habría sido un gran chasco, o un gran charco; de que en fin, que no. Sorprendentemente tenía una licenciatura en Física. Se nota que le apasionaba ese campo... y quizá por eso obligaba a sus ministros a correr travesías de 36 kilómetros. También la escultura:  por todo el país había centenares de estatuas dedicadas a su persona, incluido un colosal engendro de oro giratorio cuyo rostro siempre miraba al sol (siempre que fuese de día, claro). Su modestia era majestuosa y si se tomaba molestias semejantes era porque la gente quería. No solo le leían; además le liaban.

     Prohibió los play-backs, pero se olvidó de concretar con respecto a los karaokes. Craso error. Tampoco se podían utilizar dientes de oro por ir contra su cultura, salvo que estuviesen en alguna de sus esculturas (él se entendía). Abolió el ballet, el circo, los bigotes y barbas... incluso declaró fuera de la ley las enfermedades infecciosas. Para compensar decretó en todo el país otro ciclo vital, con tramos de edad más civilizados, y un nuevo calendario en el que los meses se llamarían como él y algunos miembros de su familia. Con la oposición en cambio se mantuvo tibio: no existía, y, al no existir, ¿cómo iba a concederle libertad? Bueno, así analizado hay que reconocer que tenía razón. Argumentos no le faltaban. De hecho cuando mandó expulsar a los perros de la capital lo hizo porque olían mal, no por un simple capricho. Porque los muy ordinarios - me figuro - le empapaban los monumentos de orín.




   

miércoles, 14 de noviembre de 2012

"D'Annunzio", un poema de Ernest Hemingway.

Medio millón de italianos muertos
y encuentra placer en esto
el hijo de puta.

(Ernest Hemingway: "88 poemas", ed. Planeta, 1982, pp. 56).

lunes, 12 de noviembre de 2012

La visión de Lorca.

  "Por eso en medio de la tremenda, fantástica pobreza del campesino español que aun yo, yo he visto vivir en cavernas y alimentarse de hierbas y reptiles, pasaba este torbellino mágico de poesía llevando entre los sueños de los viejos poetas los granos de pólvora e insatisfacción de la cultura. (...)

  Me acuerdo ahora de uno de sus recuerdos. Hace algunos meses salió de nuevo por los pueblos. Se iba a representar Peribáñez, de Lope de Vega, y Federico salió a recorrer los rincones de Extremadura para encontrar en ellos los trajes, los auténticos trajes del siglo XVII que las viejas familias campesinas guardan todavía en sus arcas. Volvió con un cargamento prodigioso de telas azules y doradas, zapatos y collares, ropaje que por primera vez veía la luz desde siglos. Su simpatía irresistible lo obtenía todo.

  Una noche en una aldea de Extremadura, sin poder dormirse, se levantó al aparecer el alba. Estaba todavía lleno de niebla el duro paisaje extremeño. Federico se sentó a mirar crecer el sol junto a algunas estatuas derribadas. Eran figuras de mármol del siglo XVIII y el lugar era la entrada de un señorío feudal, enteramente abandonado, como tantas posesiones de los grandes señores españoles. Miraba Federico los torsos destrozados, encendidos en blancura por el sol naciente, cuando un corderito extraviado de su rebaño comenzó a pastar junto a él. De pronto cruzaron el camino cinco o siete cerdos negros que se tiraron sobre el cordero y en unos minutos, ante su espanto y su sorpresa, lo despedazaron y devoraron. Federico, presa de miedo indecible, inmovilizado de horror, miraba los cerdos negros matar y devorar al cordero entre las estatuas caídas, en aquel amanecer solitario.

  Cuando me lo contó al regresar a Madrid su voz temblaba todavía porque la tragedia de la muerte obsesionaba hasta el delirio su sensibilidad de niño. Ahora su muerte, su terrible muerte que nada nos hará olvidar, me trae el recuerdo de aquel amanecer sangriento. Tal vez a aquel gran poeta, dulce y profético, la vida le ofreció por adelantado, y en símbolo terrible, la visión de su propia muerte".

                  Escrito en 1937.

(Pablo Neruda: "Para nacer he nacido", ed. Bruguera, 1980, pp. 74-75).

domingo, 11 de noviembre de 2012

"Los bajíos", un poema de Vicente Muñoz Álvarez.

Había algo ominoso y extraño
en los bajíos de aquel faro.

La playa estaba cubierta de algas rojas
y cientos de cangrejos elevaban sus pinzas
como un desafío al cielo azul.

Unos metros más abajo
se distinguía nítidamente
la inquietud verde del mar,
su monótono gemir
y el reflujo incesante de las olas.

La marea estaba descendiendo,
replegándose al estómago insaciable de la luna,
mientras yo avanzaba
por la desesperación de aquel paisaje
sorteando los cabellos de las algas
y respirando su intenso olor a muerte.

Y era como si por algún designio oscuro
mi corazón hubiese dejado de latir
y en su desolación ya no existiera el tiempo.

Aunque la silueta de aquel faro
se distinguía todavía allá en lo alto
y las pulgas de mar y los cangrejos
seguían saltando y moviéndose
como diablillos asustados a mi alrededor.

(Vicente Muñoz Álvarez: "Canciones de la gran deriva", ed. Origami, 2012, pp. 48-49).

jueves, 8 de noviembre de 2012

Mis tiranos favoritos (1).

     HAILE SELASSIE (Ras Tafari)

     Cojeaba y tenía grandes orejas. Ojeras también, porque odiaba dormir. Se levantaba irritado, arrepentido por las horas de sueño, y ese era el momento propicio para oír de las conspiraciones, de las tramas nocturnas contra él que le contaban sus leales. Que le susurraban más bien en su enorme pabellón.

     En la Sala de Audiencias el lacayo más importante era el de la Tercera Puerta: por allí salía el Bondadoso Señor, y había que abrirla. También tenía su relevancia el Porta-cojín, con su almacén de cincuenta y dos almohadones, cuyo cometido primordial consistía en evitar que se notase que el trono no era de la talla de Su Alteza (o que el emperador anterior tenía mayor estatura). Otro limpiaba con un elegante paño de raso los chorros de orín de Lulú, la perrita japonesa que a veces se meaba en los zapatos de los dignatarios sin que éstos se moviesen ni un palmo. De escribir y todas esas formalidades se ocupaba el Ministro de la Pluma, ya que el Venerable ni siquiera se molestaba en firmar; era demasiado esfuerzo. Por suerte cada hora, el Cuco, como le llamaban con sorna los cortesanos, se deshacía en reverencias para indicar a Su Extraordinaria Majestad que había transcurrido una más. O que quedaba una menos, según se mire, antes de tener que volver a perder Su precioso tiempo en el lecho de nogal blanco y telas vaporosas, allí en el Palacio Viejo. Se decía que era tan delicado que ni siquiera se notaba el bulto bajo las sábanas. Todo era pura ilusión.

     En sus salidas al exterior, los barrios miserables, donde en épocas de hambruna los muertos por inanición podían contarse en cientos de miles, se escondían tras muros de cemento pintados de vivos y lenitivos colores; todo con tal de no estropear aquel delicioso cuento de hadas. Príncipes y aristócratas de todo el país asistieron al entierro, un fastuoso funeral de Estado, para darle su último adiós... a Lulú.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

"Las noticias de las 08.00", un poema de Sofía Castañón.

El mundo es muy exigente.

No hay que perder de vista
a los chinos a los indios a los árabes,
porque son más productivos.
Trabajan y trabajan y no quieren
esos lujos nuestros. Vacaciones.
Tiempo.

El mundo es ahora muy exigente
y Europa se rompió el otro día.

Mantenemos
entonces
los ojos
abiertos a la noche.

Muy callados
escuchamos cómo producen
desde otra parte del mundo
la mejor parte del mundo.

(Sofía Castañón: "La noche así", ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2012, pp. 51).

Burroughs y señora.

  "En su dormitorio de la facultad tenía una comadreja atada a una cadena. Cuando era muy joven se cortó una falange para impresionar al hombre del que se había enamorado. Lo separaron del ejército tras ser declarado esquizofrénico con tendencias paranoicas en el psiquiátrico en el que lo internaron tras la automutilación - aunque le dieron el alta al poco tiempo, dado que su comportamiento era perfectamente normal -. (...) creía a pies juntillas en los extraterrestres; construyó un acumulador de orgones y se sentaba en su interior para recargar energía vital; se sintió atraído por la cienciología; en alguna ocasión, completamente borracho, amenazó a alguien con un revólver. (...)

  Sus hijos - una niña de Joan [su esposa] y un niño de ambos - vivían en un clima de completa permisividad (...) hacían sus necesidades en cualquier sitio y se levantaban cuando querían. Si los abandonaban en ocasiones era por circunstancias fuera de su control: por ejemplo, cuando coincidió que William estaba en la cárcel y Joan fue internada en el psiquiátrico después de excederse con la Benzedrina. (...)

  En una ocasión William y Joan fueron detenidos por embriaguez y escándalo público: estaban copulando borrachos en la cuneta mientras sus hijos aguardaban en el coche. (...)

  El 6 de septiembre de 1951 William Burroughs mató a su mujer de un disparo en la cabeza. Él tenía treinta y siete años; ella veintiocho.

  Se encontraban en el apartamento de un amigo y Burroughs había llevado unas armas que pretendía vender. Tanto él como los dos testigos afirmaron que Burroughs había disparado contra una copa que Joan balanceaba sobre la cabeza, después de decir: "Va siendo hora para nuestro número de Guillermo Tell". (...)

  "¡Matar a una zorra y escribir un libro, eso es lo que hice!", exclamó, según un testigo, William Burroughs (...), de repente y sin venir a cuento, pocas semanas antes de su muerte".

  (José Ovejero: "Escritores delincuentes", ed. Alfaguara, 2011, pp. 102-107).

martes, 6 de noviembre de 2012

"Chupa chups", un poema de Lucas Rodríguez Luis.

Vuestro sistema no funciona,
practicáis extracciones al pueblo llano
la clase trabajadora que financia vuestro status,
hacéis transfusiones invisibles
números que no son reales, cuentas, balances
engordáis a los más gordos,
vuestros colmillos son insaciables
entre las sombras perpetráis vuestros siniestros tejemanejes
da miedo este sistema vampírico
políticos, banqueros y demás
ya me habéis chupado bastante la sangre,
ahora lo que podríais hacer
es chuparme la polla.

("Strigoi. 25 poemas vampíricos. Un homenaje a Bram Stoker", ed. del 4 de agosto, 2012, pp. 48).