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sábado, 8 de febrero de 2014

Un poema de Antonio Orihuela.

DICEN
que si las moscas fueran grandes como personas
podríamos morir en la noche
fácilmente asfixiados por su peso.

La primera que se posase sobre la lámpara
terminaría con medio techo en el suelo...

Y cuando más tranquilos estuviésemos,
nos escupirían a la cara
y luego
se cagarían sobre nosotros.

Para evitar esto,
las sabias naciones
inventaron la guerra química.

     (Antonio Orihuela: "Esperar sentado (Poesía completa 1992-2012)", ed. La Baragaña, 2013, pp. 61)

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