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lunes, 8 de abril de 2013

Dos poemas de Luis Alberto de Cuenca.

EL CANTO DEL GALLO

"No te quejes", escucho. "No te quejes",
repite una y mil veces el gallo. Son las cinco
de la mañana. Estoy medio dormido.
"Quiquiriquí", tendría que cantar ese gallo,
pero canta otra cosa. ¡Ya puede prepararse
si me levanto y salgo! "No te quejes",
insiste, "no te quejes", cada vez con más ganas.
Lo ha conseguido. No me quejaré.
¿De qué sirve quejarse?

.....

SOBRE UN TEMA DE BÜCHNER

Todos se habían muerto. No quedaba
nadie vivo en el mundo salvo un niño
que lloraba y lloraba día y noche.
La luna le miraba tan risueña
que quiso visitarla, pero cuando
llegó a la luna, vio que sólo era
un trozo de madera putrefacta.
Y se fue al sol entonces, y el sol era
un girasol reseco, y las estrellas
unos mosquitos de oro diminutos.
Y regresó a la tierra, que era como
una olla al revés, y estaba solo,
y se sentó a llorar, y todavía
sigue sentado y está solo hoy,
llorando amargamente día y noche.

     (Luis Alberto de Cuenca: "Los mundos y los días. Poesía 1972 - 1998", ed. Visor, 1999, pp. 245 y 323).

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