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viernes, 10 de mayo de 2013

Mis tiranos favoritos (23).

     MSWATI III DE SUAZILANDIA

     En su penúltimo cumpleaños recibió como presente un avión para su uso privado, financiado íntegramente - se supone - por "anonymous sponsors". Sponsors Anónimos es una asociación de hombres y mujeres que tratan de superar su adicción a hacer donaciones de lujo siguiendo un sencillo programa de doce pasos, aunque en este caso lo que hicieron fue más bien un pasote, ya que el DC-9 de marras con todo el equipo costaba unos cuarenta y cinco millones. Me figuro que sería una recaída masiva pero sin impuestos. Vaya por dios. Se ve que les pudo la piedad, una apasionada compasión. La economía de Suazilandia, al contrario que la de Switzerland - su casi homónima donde también donan anónimos -, marcha de culo y sin frenos. Se estima que entre un sesenta y un setenta por ciento de la población tiene una renta inferior a un dólar diario, y bajando, por lo que ni haciendo porra entre todos podrían haberle regalado un perrito piloto a su rey. Él se había comprometido solemnemente a ser menos derrochador en sus siempre caros natalicios, incluso les había pedido a los invitados que llevasen cada uno una vaca a tocateja para hacer bocatas; así que es probable, o mejor dicho posible, porque pruebas no hay, que esos misteriosos benefactores se desprendiesen de semejante pastón por una suerte de empatía, además, claro está, de esa extravagante patología suya de dar limusinas aéreas a los millonarios como limosna... Porque otra explicación cabal no cabe. Pensar que Mswati III pudiese haber malgastado buena parte del presupuesto nacional - el doble de lo invertido en sanidad - en un simple capricho cumpleañero, y faltando a su palabra para rematar, me parece muy poco juicioso por su parte. No resulta creíble.

     Aparte de sponsors también le sobran esposas. Muy apuesto no es que sea: está pelín fondón y viste muchas veces conjuntos que realzan las reales lorzas, así sin camisa y con lanza. Al verle por primera vez pensé que era un coco de Hello Kitty, un huevón de Pascua, con pompones para hombre en el hombro, su cachava llena de cachivaches y el taparrobos en su caso bien atado y atávico. Cierto que son ropas típicas de allí, en realidad las más regias, y en ese sentido no creo que desmerezcan al lado de cualquier otro traje regional, el de mi tierra incluido, ni tampoco con los diseños para que suban bien el nivel y la raya que aquí se venden como el último grito, y que buenas ganas dan de soltarlo en general. Pero aclarado que su indumentaria no le hace peor ser humano queda por saber cómo es que le permite ser el gallo de un harén, porque eso sí que es tela con semejante facha, ya sea en el África profunda o en la aldea de Mr. Potato. Evidentemente no da la talla. Digamos que su tronazo incluye una chorba al año, como mínimo. Hay un ritual llamado umhlanga, "la danza del junco", en el que unas ochenta mil vírgenes (o eso dicen) bailan ante él y su madre, "la mujer elefante", con las tetas bamboleándose (ellas) para que elija a la más ligera o a la que le mueva mejor el palote. Participar es obligatorio al menos una vez en la vida para cualquier mujer de Suazilandia, y aquella a la que el rey escoja no puede negarse a contraer matrimonio. Su única opción para escapar del pacón y la paquiderma es no quedarse embarazada, porque antes de casarse tiene que estarlo; aunque en ese caso se la repudia, que es un término que tampoco es que suene muy agradable. Si bien en esa tesitura puede que hasta lo sea... Y eso que a cada esposa le "esponsorea" un palacio y coches de lujo y todos los complementos personales y de personal, que para algo es uno de los reyes más ricos del mundo. Según la revista Forbes está entre los quince primeros.

     Claro que en lo que de verdad destaca Suazilandia, donde ya pulverizan todos los récords, es en el porcentaje de habitantes infectados por el VIH. La consideración del rey notable, pero la población con sida atómico. Son la vanguardia. Mswati III hace lo que puede: además de la oposición y los artículos de prensa terroristas ha prohibido la minifalda, y en su día se decretó, además del estado de excepción permanente, la castidad obligatoria para las mujeres menores de dieciocho años (veintiuno en algunos textos), so pena de multa. Tenían que llevar una borla (tassel) para indicar su condición virginal (virgin status); y si éso no disuadía lo suficiente pues ya alejar de manera más directa a los moscones zurrándoles pícaramente con los hilitos de la borla, como las bovinas con el rabo. Muy bien pensado en mi opinión. ¡Si es que lo que no se le ocurra a Mswati!... Lo malo es que también se le ocurrió casarse con una menor, y tal decisión como que contravenía un poco su propia ley. Menudo atolladero. Aunque la solución era obvia: "¿De cuánto es la multa?". "Una vaca, Majestad". "¡Pues la pago!". Tendría por ahí alguna que le sobró la de última barbacoa oficial y la embutió en las arcas públicas, prefiero no imaginar cómo... Cuando piense en vacaciones no piense en Suazilandia.

     Este año recibió otro regalo de cumple estupendo: treinta y dos BMW nuevos. ¿Esos viciosos de Sponsors Anónimos? Quizá... La cifra es extraña. No es la de su edad, ni la de su número de esposas, ni la de sus años de reinado... parece puramente azarosa. La única con la que coincide, que yo sepa, es con la de la esperanza de vida que se tiene allí: 32. Aunque no creo tampoco: éso ya sería aun peor que poco juicioso: abominable con todas las letras. Incluso para un payaso perverso como él.


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