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domingo, 10 de noviembre de 2013

Un fragmento de Juan Boscán.

           RESPUESTA DE BOSCÁN
        A DON DIEGO DE MENDOZA

(...)
   Bien puede el labrador sin avaricia
multiplicar cada años sus graneros,
guardando la igualdad de la justicia.
   No curo yo de hacer cavar mineros                 190
de venas de metal ni otras riquezas,
para alcanzar gran suma de dineros.
  Sólo quiero excusar tristes pobrezas,
para no sufrir soberbias de hombres vanos,
ni de ricos estrechos estrechezas.                        195
   Quiero tener dineros en mis manos,
tener para tener contenta vida
con los hidalgos y con los villanos.
   Quien quiera se desmadre y se desmida,
buscando el oro puro y reluciente,                        200
y la concha del mar Indo venida.
   Quien quiera esté cuidoso y diligente,
haciendo granjear grandes yugadas
de tierra do aproveche la simiente.
   Si con esto se envuelven las lanzadas,                205
las muertes entre hermanos y parientes,
y de reyes las guerras guerreadas:
   huyan de mí los tales accidentes,
huyan de mí riquezas poderosas,
si son causa de mil males presentes.                     210
   Déjeme estar contento entre mis cosas,
comiendo en compañía mansamente
comidas que no sean sospechosas.
(...)
   Nosotros seguiremos sus pisadas:
digo, yo y mi mujer nos andaremos
tratando allí las cosas 'namoradas.
   A do corra algún río nos iremos,                       250
y a la sombra de alguna verde haya,
a do estemos mejor nos sentaremos.
   Tenderme ha allí la halda de su saya,
y en regalos de amor habrá porfía,
cuál de entrambos hará más alta raya.                  255
   El río correrá por do es su vía,
nosotros correremos por la nuestra,
sin pensar en la noche ni en el día.
   El ruiseñor nos cantará a la diestra,
y verná sin el cuervo la paloma,                           260
haciendo en su venida alegre muestra.
   No ternemos envidia al que está en Roma,
ni a los tesoros de los Asianos,
ni a cuanto por acá del India asoma.
   Ternemos nuestros libros en las manos,            265
y no se cansarán de andar contando
los hechos celestiales y mundanos.
(...)
   Su mano me dará dentro en mi mano,
y acudirán deleites y blanduras
de un sano corazón en otro sano.
   Los ojos holgarán con las verduras                  295
de los montes y prados que veremos,
y con las sombras de las espesuras.
   El correr de las aguas oiremos,
y su blando venir por las montañas,
que a su paso vernán donde estaremos.              300
   El aire moverá las verdes cañas,
y volverán entonces los ganados,
balando por llegar a sus cabañas.
   En esto ya que el sol por los collados
sus largas sombras andará encumbrando,           305
enviando reposo a los cansados,
   nosotros nos iremos paseando
hacia el lugar do está nuestra morada,
en cosas que veremos platicando.
(...)


     (Juan Boscán, en: "Poesía lírica del Siglo de Oro", ed. Cátedra, 1993, pp. 42-45)

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