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lunes, 22 de septiembre de 2014

Diario (62)

22 de septiembre, 2014.

   En algunos medios ya han empezado a calificar de "política pop" las constantes apariciones televisivas de Pedro Sánchez. No se concreta si la expresión viene de sus semejanzas con la populista o la popular - que alguna diferencia habrá, supongo -  o bien por su empeño por seguir la tónica de los cuarenta principales; aunque he de decir que en este caso el símil no me desagrada. Comparar las diversas corrientes políticas con estilos musicales puede resultar muy ilustrativo, y ya si bajasen el volumen de los discursos y pusiesen directamente unos boleros bien agarraos sería la hostia. Todo ventajas.

   Lo malo es que, bien pensado, no iba a ser tan simple clasificar lo que tenemos en España en la actualidad. Los sencillos que nos ponen algunos ya no se sabe si son de ópera o de no te operes, de música siniestra o death metal o qué. En algunos aspectos las medidas del gobierno podrían entroncarse con el gregoriano, y sin duda con zarzuela. Son como un coro de frailes que no salen jamás del tono grave, ahí dando la nota sin parar, aunque de pronto se arrancan con escenas costumbristas a lo bestia o el "toreador" de la Carmen y todos dando palmas al mismo tiempo en el escaño, con lo que uno, encima de sin trabajo, se queda bastante descolocado. Por no hablar de algún eventual "¡que se jodan!" de fondo, que ya no se sabe si es para recordar su apoyo al orador o para imitar a La polla records. Dicen que los críticos hace tiempo que no las pasaban tan putas, y yo me lo creo, porque vamos... han inventado algo así como la copla punk. Liberalismo conservador me parece que lo llaman y todo. Tú sólo déjate llevar...

   Lo del PSOE también tiene tela. Cierto que cada vez tienden más al pop, con toques de rumberos o alegres derrumbadores, pero sin perder de vista su jazz de toda la vida. Saben que nadie rapea como Toni Cantó, y sin embargo se atreven a dar unas pinceladas de hip-hop hurra a su programa, asegurando que van a shamplear el desempleo pero sin usar los escraches. Algo así, no sé... muy bailable y voluble, como un cubata de cacique con zumo de mandarinas para no salir de la pista y siempre con las manos bien arriba. Sin el toque Bee gees de Vidal-Quadras ni el ritmo más setentero de sus inicios, pero manteniendo la esencia más básica del socialismo: socializar. Y si a partir de ahí se puede pinchar, pues cojonudo. ¿O a qué hemos venido a este garito si no? ¿A hablar de filosofía?   

   



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