Etiquetas

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un poema de Francisco Brines.

Yo no era el mejor
para mirar la tarde,
pero me fue ofrecida;
y en mis ojos
se despertó el amor
sin gran merecimiento.
Y no fue necesaria una conciencia lúcida
ni una más clara inteligencia:
tú, que me lees
con mayor espíritu.
Pero tampoco nadie
pudo estimar tanto
algún pequeño corazón
con un corazón tan pequeño.
Tú me comprendes con dificultad,
pero sabes también
que es suficiente mi dolor,
y por eso me lees.

(Francisco Brines: "Ensayo de una despedida. Poesía completa (1960-1997)", ed. Tusquets, 2011, pp. 78).

No hay comentarios:

Publicar un comentario