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viernes, 9 de mayo de 2014

Diario (41)

9 de mayo, 2014.

   Siempre había considerado que la figura del ex comunista no estaba convenientemente estudiada. Son multitud; y aunque no tengo acceso a los archivos del Partido - ni los consultaría en caso de poder, las cosas como son - apostaría a que los apóstatas superan con mucho a los afiliados en la vida real, y no digamos ya en la televisión. En este país ha habido hasta ministros que se declararon en público rotundamente ex comunistas. Es revelador el caso de Josep Piqué durante el azanarismo, que en una conmovedora locución a las juventudes del Partido Popular, los pepinos, reconoció su militancia en la famélica legión a modo de aviso a navegantes o más bien como advertencia a los incautos. Pese a las apariencias y su elevada posición de entonces le había ido fatal, un horror, nunca se había visto tanto moco en un congreso. Aún tenía pesadillas, y pesadillos tipo che qué vara que le seguían llamando para participar en cursos sobre marxismo. Algo estremecedor de verdad. Claro que no es el único, ni mucho menos. No podría asegurarlo, pero creo que en Asturias es hasta un requisito para presentarse a Presidente del Principado el haber estado enredando en el PCE durante la mocedad. Es como la cantera del Sporting, Mareo, aunque para marear en el campo de la política en lugar de en los de fútbol. Allí se forman para tocar bien las pelotas. Entre los tertulianos habituales de la derecha mediática abundan que es una barbaridad. Parece una convención más que una convicción. Todos estuvieron allí antes de caerse del caballo, en sus principios, y lo confiesan sin pudor para constatar precisamente que saben de lo que hablan, que pasaron por el tubo y retuvieron. Pío Moa, el artista anteriormente conocido como miembro de los GRAPO, es quizá uno de los ejemplos más esclarecedores, aunque desde luego no el único. Muchos vacían su conciencia de pronto y sin venir a cuento, sosteniendo no tener ya ninguna clase mientras el resto de los contertulios asienten en sus asientos.

   Por eso ayer me llevé una pequeña alegría cuando leí un antiguo artículo de Vázquez Montalbán sobre el tema en su libro "El escriba sentado". Descubrí que mis temores eran infundados, y que ya intelectuales de relieve se habían ocupado del asunto. Él mismo, que sin duda lo era; aunque cita también obras de referencia y en particular un soberbio retrato de Isaac Deutscher en su libro "Herejes y renegados", publicado en 1955. Copio un fragmento porque es magistral: "La legión de los ex comunistas no marcha en estrecha formación. Está desperdigada y ofrece un espectro amplio y prolongado. Sus miembros se parecen mucho los unos a los otros, pero también difieren. Tienen rasgos comunes y características individuales. Todos han abandonado un ejército y un campamento: algunos como objetores de conciencia, algunos como desertores, y otros como moderadores. Unos cuantos se aferran serenamente a sus objeciones de conciencia, mientras que otros reclaman vociferantemente comisiones en un ejército al que se han opuesto de un modo encarnizado. Todos ellos llevan sobre sí pedazos y andrajos del antiguo uniforme, complementados con los más fantásticos y sorprendentes trapos nuevos. Y todos llevan dentro de sí sus comunes resentimientos y sus reminiscencias individuales".

   Cierto: el ex comunista de pro es un poco como un divorciado que reclama pensión intelectual, y hasta económica a veces, por el hecho de serlo. Me sorprende que no existan todavía organizaciones para apadrinarlos (oficiales quiero decir). Durante la Guerra Fría se les ofrecía asilo inmediato a los que huían de la Unión Soviética (si bien no todos eran ex comunistas, algunos nunca lo habían sido) cosa que me parece fenomenal, porque creo que cada cual debería poder residir donde mejor se encuentre sin que le reciban a balazos de goma como se hace ahora; claro que, sobre todo, me refiero al que es ex comunista en países que no lo son. Da la sensación de que muchos reclaman un plus por haber transformado en su particular diccionario revolución en evolución, y haber así purgado, con una sola erre de menos, tantos errores de más. No existe ninguna otra ex ideología que proporcione tanto caché (igual que podría decirse que, como ideología, ninguna produce tantos cacheos). Un tema fascinante sin duda en el que creo que habría mucho que ahondar...

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